jueves, 10 de mayo de 2012

El Último Gigante


He caminado mil caminos, derrotado
otros tantos gigantes
y airoso de todos los combates siempre salí.

La lucha siempre ha sido uno de mis placeres, que
incluso la victoria misma no puede superar.

Porque lo que más he disfrutado, durante
cada batalla, es el momento clave donde
cada gigante descubre que
la lucha se encuentra perdida.

He caminado mil caminos, derrotado
otros tantos gigantes
y airoso de todos los combates siempre salí.

No exento de daños, de dolor o de penas
de mis luchas he salido; y lo admito,
las lágrimas algunas veces,
también me acompañaron.

Muchas lecciones en el camino he memorizado,
que en las siguientes batallas me han ayudado
a derrotar a nuevos gigantes
más grandes y más fuertes cada vez.

He caminado mil caminos, derrotado
otros tantos gigantes
y airoso de todos los combates siempre salí.

Pero hoy en medio estoy de una batalla
de la cual no creo la victoria alcanzar
me enfrento a este gigante
que, aún más débil que yo, no encuentro
la manera de derrotar.

Muchas veces me lo dijeron,
debía yo luchar contra este gigante; del cual,
 muchas veces,  mis burlas fueron el blanco, aunque
otras tantas busqué desesperado.

Lo curioso es, que a pesar de no ganar,
la derrota no aparece tal; las fuerzas
no faltan, las heridas no duelen,
la boca no se reseca y aún las piernas me sostienen
al final de cada jornada.

Y al final lo he de admitir,
a este gigante no lograré derrotar, y
cual Quijote contra sus molinos, a la carrera
presuroso acudo a encontrarme con mi derrota.

Voy a una batalla infranqueable,
pero cuya pérdida no lamentaré.
y las lecciones que esta batalla me trae
conmigo la vida entera en mi corazón guardaré.

He caminado mil caminos, derrotado
otros tantos gigantes
y airoso de todos los combates siempre salí;
pero al amor, a este gigante que
hoy frente a mi tengo
no podré derrotar y ante sus
fuerzas caigo derrotado.

Pero algo me consuela al final de la batalla:
que, aunque derrotado,
feliz caigo. 
Porque no caigo al campo de batalla, sino que
descanso en el calor de tu abrazo.

martes, 1 de mayo de 2012

Hoy se rindió William Walker...


Han pasado ya 155 años desde aquella gloriosa tarde de abril, en donde las tierras nicaragüenses fueron testigos de un hecho que la historia a veces parece olvidar.

Luego de 14 meses de lucha, los costarricenses veíamos como nuestros esfuerzos, y los del ejército centroamericano formado al efecto, lograban que la amenaza filibustera acabara.

Ese día, el general de las fuerzas opresoras, William Walker, se rendía ante el comandante Charles H. Davis, quien acudía en ayuda de su compatriota al ver la precaria situación de sitio que sufrían los filibusteros en Rivas.

Si bien fue un esfuerzo en conjunto de los pueblos centroamericanos, es de rescatar la actitud de “Juanito” Mora, entonces presidente de la República, quien desde el primer instante se percató de la amenaza que representaba este grupo de extranjeros para la soberanía nacional y posteriormente del área; al mismo tiempo que su valentía para enfrentar las fuerzas militares que, combinando extranjeros y nacionales de diferentes países de Centroamérica, resultaban en el papel superiores a las fuerzas de la alianza centroamericana.

El 1° de mayo marca una fecha histórica para los centroamericanos, pero en especial para los costarricenses.  Fueron 14 meses de ardua lucha por la soberanía nacional, dentro de los cuales hubo meses que se debió luchar la peste; fue  más de un año de sufrimientos y angustia para las familias de los combatientes quienes en país extranjero se batían ante las armas del ejército filibustero.

Hoy, 155 años después, la lucha contra fuerzas opresoras extranjeras no cesa.  El proceso de aculturización que sufrimos en este momento no es otra cosa que un medio para el dominio y el control de nuestro pueblo.

Con esto no estoy diciendo que todo aquello que viene del extranjero es malo y que solamente lo nacional es bueno.  Hay muchas situaciones, experiencias y ejemplos de vida que traspasan nuestras fronteras y que pueden ser de mucho provecho para todos los costarricenses. 

Lo que trato de decir es que en Costa Rica, existe desde hace años una extraña tendencia a copiar patrones de vida y de comportamiento de países extranjeros, dejando de lado la idiosincrasia costarricense.

Cada vez es más fácil encontrar diferentes actividades y comportamientos foráneos en nuestro país.  Algunas de estas son el iniciar algunas actividades sociales a altas horas de la noche, la utilización de lenguaje extranjero, la utilización de prendas de vestir inadecuadas para clima tropical solamente por estar “de moda”; solamente por mencionar algunas.

Costa Rica es un bello país que, cada vez más y más, se va perdiendo dentro de estas conductas, y es más difícil ver espacios donde las tradiciones y costumbres nacionales tengan su espacio.

Nuestra cultura es muy rica en tradiciones, historias y costumbres.  Además, tenemos una idiosincrasia que nos identifica en el mundo entero.  No podemos dejar que esto se pierda nada más porque queremos parecernos a pueblos que no somos. 

Como dije antes, no es cuestión de lo extranjero sea malo y sólo lo nuestro sea bueno.  En realidad, existen diferentes actitudes, como la de no enfrentar nuestras responsabilidades y  la de ser “serruchapisos”, por ejemplo, que como pueblo debemos cambiar.

Pero también debemos rescatar nuestras tradiciones y nuestra forma tan particular de ser.  Hemos llegado a ser ticos solo de mote, porque nuestro modo de vida ya no es acorde a nuestra realidad. 

Debemos sentarnos como pueblo a reflexionar y ver que no podemos dejar que nuestro país se pierda por esta invasión extranjera, la cual ya no actúa a la fuerza pero que igualmente busca oprimirnos.

Pero tampoco basta con solo pensar y esperar que otros busquen una solución.  Debemos recordar esos hermosos años en los que, como pueblo unido, todos nos unimos y luchamos en contra de aquello que nos hacía daño y que amenazaba nuestra forma de vida, nuestras familias y nuestro país.

Así que los invito a que hoy reflexionemos acerca de estoy haciendo yo para recuperar nuestra paz y nuestra forma de vida tan tica; y si no estoy haciendo nada, les doy esta sugerencia: empecemos por el simple acto de dejar de tutear a los demás…