Han pasado ya 155 años
desde aquella gloriosa tarde de abril, en donde las tierras nicaragüenses
fueron testigos de un hecho que la historia a veces parece olvidar.
Luego de 14 meses de
lucha, los costarricenses veíamos como nuestros esfuerzos, y los del ejército
centroamericano formado al efecto, lograban que la amenaza filibustera acabara.
Ese día, el general de
las fuerzas opresoras, William Walker, se rendía ante el comandante Charles H.
Davis, quien acudía en ayuda de su compatriota al ver la precaria situación de
sitio que sufrían los filibusteros en Rivas.
Si bien fue un esfuerzo
en conjunto de los pueblos centroamericanos, es de rescatar la actitud de “Juanito”
Mora, entonces presidente de la República, quien desde el primer instante se
percató de la amenaza que representaba este grupo de extranjeros para la
soberanía nacional y posteriormente del área; al mismo tiempo que su valentía
para enfrentar las fuerzas militares que, combinando extranjeros y nacionales
de diferentes países de Centroamérica, resultaban en el papel superiores a las
fuerzas de la alianza centroamericana.
El 1° de mayo marca una
fecha histórica para los centroamericanos, pero en especial para los
costarricenses. Fueron 14 meses de ardua
lucha por la soberanía nacional, dentro de los cuales hubo meses que se debió
luchar la peste; fue más de un año de
sufrimientos y angustia para las familias de los combatientes quienes en país
extranjero se batían ante las armas del ejército filibustero.
Hoy, 155 años después,
la lucha contra fuerzas opresoras extranjeras no cesa. El proceso de aculturización que sufrimos en
este momento no es otra cosa que un medio para el dominio y el control de
nuestro pueblo.
Con esto no estoy
diciendo que todo aquello que viene del extranjero es malo y que solamente lo
nacional es bueno. Hay muchas
situaciones, experiencias y ejemplos de vida que traspasan nuestras fronteras y
que pueden ser de mucho provecho para todos los costarricenses.
Lo que trato de decir
es que en Costa Rica, existe desde hace años una extraña tendencia a copiar
patrones de vida y de comportamiento de países extranjeros, dejando de lado la idiosincrasia
costarricense.
Cada vez es más fácil
encontrar diferentes actividades y comportamientos foráneos en nuestro país. Algunas de estas son el iniciar algunas
actividades sociales a altas horas de la noche, la utilización de lenguaje
extranjero, la utilización de prendas de vestir inadecuadas para clima tropical
solamente por estar “de moda”; solamente por mencionar algunas.
Costa Rica es un bello
país que, cada vez más y más, se va perdiendo dentro de estas conductas, y es
más difícil ver espacios donde las tradiciones y costumbres nacionales tengan
su espacio.
Nuestra cultura es muy
rica en tradiciones, historias y costumbres.
Además, tenemos una idiosincrasia que nos identifica en el mundo
entero. No podemos dejar que esto se
pierda nada más porque queremos parecernos a pueblos que no somos.
Como dije antes, no es
cuestión de lo extranjero sea malo y sólo lo nuestro sea bueno. En realidad, existen diferentes actitudes,
como la de no enfrentar nuestras responsabilidades y la de ser “serruchapisos”, por ejemplo, que
como pueblo debemos cambiar.
Pero también debemos
rescatar nuestras tradiciones y nuestra forma tan particular de ser. Hemos llegado a ser ticos solo de mote,
porque nuestro modo de vida ya no es acorde a nuestra realidad.
Debemos sentarnos como
pueblo a reflexionar y ver que no podemos dejar que nuestro país se pierda por
esta invasión extranjera, la cual ya no actúa a la fuerza pero que igualmente
busca oprimirnos.
Pero tampoco basta con
solo pensar y esperar que otros busquen una solución. Debemos recordar esos hermosos años en los
que, como pueblo unido, todos nos unimos y luchamos en contra de aquello que
nos hacía daño y que amenazaba nuestra forma de vida, nuestras familias y
nuestro país.
Así que los invito a
que hoy reflexionemos acerca de estoy haciendo yo para recuperar nuestra paz y nuestra
forma de vida tan tica; y si no estoy haciendo nada, les doy esta sugerencia: empecemos
por el simple acto de dejar de tutear a los demás…
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